miércoles, 6 de octubre de 2010

LA EXCEPCION QUE CONFIRMA LA REGLA

Hoy, en mi trabajo, ha sido un día diferente. Al igual que hace unos meses, ha venido una especialista en cosmética natural, para hacer demostraciones de sus productos y así ayudarnos a introducir la marca a la clientela. Ya tenemos varias usuarias fijas de estos productos pero siempre que hay una animación, suben las ventas y se captan nuevas clientas afines a esa marca concreta.
Semanas antes, habíamos confeccionado una lista de mujeres dispuestas a dejarse masajear con los productos naturales. Una sesión de 20 minutos por persona, en la que la animadora, limpia con cuidado los rostros sedientos de novedad, y aplica cuidadosamente diferentes cremas según el tipo de piel. Me disponía a confirmar la asistencia de las voluntarias y empecé a llamar por teléfono a cada una de ellas. Cual fue mi sorpresa cuando la gran mayoría no contestaban, y las que lo hacían, me decían que no podían venir...... Hubo unos momentos caóticos porque se nos iban esfumando candidatas por momentos, pero al final, conseguimos reestructurar la lista y llenar los huecos vacíos. Alguno nos quedó, pero conseguimos salvar el día.

En un momento de descanso, cuando la animadora tenía un rato libre, hemos estado hablando de lo agradable que es nuestra clientela, de lo bien que trabaja en nuestra farmacia cuando viene, de lo agusto que está...... Y nosotros le hemos hablado de lo bien que trabajamos en esta farmacia. Ella va a diferentes sitios a presentar las cremas, tiendas de productos naturales que tocan cosmética, pero sobretodo sobretodo, farmacias.
Nos ha confesado que no le gusta nada hacer farmacias. Por norma general no se siente bien en ese entorno. Y no nos queda más remedio que darle la razón.

La gran mayoría de farmacéuticos titulares (jefes) son de lo más prepotente que hay. En general son altivos, piensan que son de otra pasta, que viven en un nivel superior, tienen una actitud de eminencia que les queda grande, hacen de farmacéuticos cuando son empresarios, y son ruines.
Prácticamente todos son así, en mayor o menor medida, pero así. Todos, excepto mi jefe.

Mi jefe no es así. ¡¡¡¡Y me alegro tanto por ello!!! Ya estuve bastante tiempo soportando el extremo más duro del perfil que he descrito antes. Ahora en cambio, puedo ser yo misma, TODO EL TIEMPO. No me cohíbo, me siento libre, actúo como soy, sin miedos, sin precauciones, sin mordeduras de lengua, y soy feliz.
Yo puedo hablarle a mi jefe de una forma natural sin pensarme 20 veces cómo voy a decirle algo, temiendo su reacción, o sabiendo que se va a desencadenar una situación horrible después de la conversación. No tengo nada que temer cuando me dirijo a él. Nada.
Es muy placentero trabajar con esa tranquilidad a tus espaldas. Creo que se me nota en la cara.
Y sobretodo se nota en mi actitud.

Lamentablemente el gremio farmacéutico se ve ensombrecido por esa lacra, pero es una lacra real. No es como cuando se dice que los catalanes somos rácanos, y en realidad no lo somos. Esto, por desgracia, es verdad. Y la gente que trabaja de comercial, ya sean animadoras, representantes, etc. manteniendo un leve contacto con ellos, un contacto de una frecuencia de una vez cada 2 meses, son perfectamente conocedores de ese perfil negativo que habita en casi todas las farmacias.

Yo cruzo los dedos para que no llegue el día que cambie mi suerte y tenga que dejar de ir cada día a la calle Valencia. Soy muy afortunada.......

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