Ayer. Ayer lo fue. El peorcito de todos. Le contesté, alcé la voz, me cuadré...... Pero es que ya no pude más. Sólo las personas que han trabajado en las mismas condiciones que yo, pueden entender lo que eso significa. Tu educación, tu carácter o lo que sea te dice que te mantengas en tu sitio, que no repliques, que ella está mal de la cabeza, que no le des importancia a sus cosas......Pero llega un momento.... que ya no puedes más. El vaso se llena, la mochila revienta, pongamos la metáfora que pongamos, todas significan lo mismo. Y mi mochila reventó. Lo malo de reventar, es que no me siento bien después. No porque me haya arrepentido de decir las cosas que dije, que no me arrepiento, por supuesto. Es que me violenta esa situación, yo soy pacífica, no me gustan los enfrentamientos, evito las discusiones, no me gusta. Y después de decirle algunas cosas, pues me sentí fatal. Estuve toda la tarde de ayer dando vueltas al tema. Me vienen flashes de ese momento plantándole cara.... Ahora seré la oveja negra, la marcada con una equis. Nadie se enfrenta a ella en esa farmacia, y yo..... lo he hecho. Lo hice, ante la mirada atónita de su hijo y mi compañera, la cual me apoya (aunque ella no se enfrenta). Su hijo no actuó, ni para bien ni para mal, ni en contra ni en defensa, solo miraba. ¿Eso es bueno o es malo? Porque si yo me hubiera pasado tres pueblos, digo yo, que su hijo hubiera tomado parte. No sé, ahí queda. Hoy no me ha sacado el tema. Como si lo de ayer no hubiera pasado. No estaba suave, pero no me ha recriminado. ¿Eso es bueno o es malo? Je je. Pos no sé.
Y mañana hablo con el otro. Con el de Barcelona. Espero no llevarme una decepción. Y si me la llevo, lloraré un poco, agacharé la cabeza, y tomaré aire para emprender una nueva búsqueda.
Ya se verá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario